Se va 2020 el año de los
abrazos desde el corazón
Cristina Quiroga Rodríguez
Se va 2020 el año de los abrazos desde el corazón
Cristina Quiroga Rodríguez
20 que acaba nos llevó a
reinventarnos y nos deja grandes lecciones de vida que hoy quiero compartir con
ustedes.
Sé que algunos dirán fatídico
año, el peor de todos, pero como en la gran escuela de la vida nos llegó un año
de muchos aprendizajes, si perdemos una lección o una materia nos toca
repetirla hasta que aprendamos.
¿Qué aprendí en 2020? Aprendí muchísimo:
· Aprendí que cuidar la vida es nuestra
gran responsabilidad, que tiene tanto valor, pero se nos olvida que un respiro
es un comienzo o un final, que despertarse con vida es un privilegio.
· Aprendí que la salud del cuerpo es
vital, y que muchas veces ni nos detenemos a pensar el valor que tiene estar
saludables, hasta que llega un virus a recordárnoslo. Nos recuerda que somos
frágiles, pero también fuertes, que el cuerpo es un instrumento de vida y que
hay que consentirlo para que cree defensas.
· Aprendí que la salud mental es igual o
hasta más importante que la salud del cuerpo, nuestra mente es una gran máquina
que debemos aprender a manejar. Alimentarnos de pensamientos positivos es un
ejercicio diario que debemos seguir, así como nos ejercitamos en un gimnasio.
· Aprendí que las emociones son un río
con mucha fuerza, pero que nos puede llevar a aguas mansas si así yo lo decido.
Se vale reír o llorar, todo se vale lo importante es que llenemos ese corazón
de mucho amor y paz.
· Aprendí que la muerte está siempre ahí
asomándose para todos, para recordarnos que un día desperdiciado nos acerca más
a ella. Que la muerte no es solo física, muchos ya están muertos en vida.
· Aprendí que un virus no es el que
tiene que recordarnos la gran oportunidad de vivir que tenemos todos, que
tenemos que crear un ‘Para que no se me olvide’ y cuando pase la pandemia no
dejemos atrás lo aprendido.
· Aprendí que lo más valioso que tenemos
no son las cosas, sino los seres humanos que nos acompañan, empezando por
nosotros mismos que somos la mejor compañía que podamos tener.
· Aprendí que la familia es el mejor
regalo que Dios nos ha dado, que contar con padres, hermanos, sobrinos, primos,
tíos y quienes tienen hijos, es una bendición que debemos apreciar y respetar
cada día. Y que, aunque no los tenga al lado, están más cerca que nunca.
· Aprendí que hay algo superior al ser
humano, llámese fuerza, Dios, universo, alienígenas, cada uno cree en lo que
quiera creer, pero no estamos solos: invocar, rezar, pedir ayuda se vale.
· Aprendí que el Amor es la fuerza que
mueve montañas y que no debo esperar a que llegue de fuera, está en cada uno de
nuestros corazones, y es infinita, pese a los golpes y decepciones el amor
crece como una llama que nunca apaga.
· Aprendí que para expresar los que
siento hay tantas formas y medios que no necesito estar cerca del otro. El 2020
se considera el año de los abrazos de corazón, porque los físicos los
guardaremos para cuando nos podamos ver y tocar nuevamente.
· Aprendí que el tiempo se pasa volando
cuando somos más felices y más lento cuando estamos tristes, que cada segunda
cuenta y que, si decidimos gastarlo contemplando una nube o una estrella, no es
tiempo perdido.
· Aprendí, que al estar en silencio y
encerrados se pude apreciar más la magia de la vida y de la naturaleza: ver con
otros ojos las montañas, las nubes, el sol, la luna, las estrellas, verle los
anillos a Saturno y al brillante Júpiter, no tiene precio.
· Aprendí que tenemos más hermanos y nos
son menores: cada ser vivo de esta hermosa tierra nos recordó la maravilla de
este planeta: pájaros, palomas, colibríes, mariposas, nuestras mascotas ‘Bruno’
es el perro de mis padres que aprendí a querer en esta pandemia. Y qué decir de
las flores, plantas, arboles y montañas, mejor acompañada no he podido estar.
· Aprendí que el trabajo es una
herramienta de vida que nos permite una fuente de ingreso, pero que no es lo
más importante. Sin embargo, no tener recursos hace más difícil el aprendizaje
de vida.
· Aprendí que hay que ahorrar, no todo,
pero si un poco para los tiempos de aprendizaje profundo como este 2020. Dicen
los economistas que mínimo debemos tener ahorros para 5 meses y lo ideal es
para 5 años, por si acaso, por si las moscas, por si enfermamos, por si no hay
empleo, por si no podemos salir.
· Aprendí que la gratitud va de la mano
con la prosperidad y que tener escasez o abundancia está en mi mente. Si tengo
lo elemental es porque no necesito más. Para vivir no se necesita tanto, entre
menos carga más livianos para volar más alto.
· Aprendí que el espacio es lo de menos,
renuncié a mi cómodo y silencioso ‘Apartapulga’ en Bogotá y gané el poder
disfrutar de nuevo mi gran casa, la de mis padres, en mi hermoso pueblo
Convención decorado con verdes montañas y alumbrados con un cielo azul y una
lluvia de estrellas que titilan todas las noches.
· Aprendí que puedo disfrutar mi
soledad, por elección, y también disfrutar la grata compañía de mis padres y de
mis amables coterráneos: personas sencillas que viven tranquilas y más
livianas, sin el corre corre de una gran ciudad.
· Aprendí que el presente es un regalo
como su nombre lo dice es un presente que demos recibir con la misma
generosidad con la que nos ha sido dado.
· Aprendí que el futuro es incierto y
por lo mismo emocionante, pero que nos debemos ocupar más del presente, de
disfrutar cada momento como si fuera el último.
· Aprendí que somos frágiles, pero
también muy fuertes, que el dolor nos puede doblegar, pero también nos puede
levantar y con más fuerza. Si la prueba existe también está la solución.
· Aprendí que cada ser humano es como
yo, que también ríe, llora, goza, cae, baila y aprende, que no somos tan
distintos, por lo tanto, lo que le pasa al otro me pasa a mí.
· Aprendí que orar y meditar es mirar
hacia dentro para sacar fuerzas guardadas y que todos tenemos una reserva
inagotable, solo que se nos olvida porque pensamos que la solución está afuera.
· Aprendí que los niños son los mejores
maestros de vida, son la pureza del amor, son los que nos recuerdan que el
verdadero motos es el amor no el odio.
· Aprendí que hay que agradecer todo lo
que nos llega y también lo que no llega, todo es un regalo.
· Aprendí que lo que envío se devuelve,
es la Ley de la Correspondencia, por lo tanto, de mí depende lo que reciba.
· Aprendí que, si nos aprendes algo
nuevo cada día, ese día no valió la pena, pero que nunca es tarde para
aprender.
¡Gracias 2020 por tantas
enseñanzas y bienvenido 2021 con nuevos aprendizajes!
Cristina Quiroga Rodríguez
Celular: 3164723925
ledycristinaquiroga@gmail.com
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